
Un año termina, y hay que dejarlo ir.
Este año ha traido de todo, desde decepciones fatales hasta sorpresas maravillosas y romance en puerta.
No tengo nada que reprocharle al año, por el contrario, ha sido una experiencia incomparable.
Me llevo muchas cosas aprendidas, derrotas que se conviertieron en victorias y victorias que se consolidaron.
Sólo me queda agradecerte Padre, en verdad, mil gracias.