Es mucha la carga que llevo dentro, cada vez es mayor; una conciencia y una revolución van surgiendo poco a poco. El sitio en el que me encuentro seguramente no fue improvisado en mi vida, ahora comprendo que es sólo un paso más que debo vivir y superar para ser quien deseo ser.
Mi realidad está constituida de miles de peculiaridades pero hoy más que nunca comprendo las relaciones entre ellas, entiendo el rol que me ha tocado jugar y pienso asumirlo con responsabilidad, con valor.
A las personas que me rodean les deseo la fuerza para despertar de ese letargo común que embarga a la mayoría de la gente, de ese sopor que nos hace ser ciegos para ver las injusticias sociales, el hambre, la pobreza, la corrupción y la falta de valores. Ruego porque el mundo despierte de su sordera que nos impide escuchar los lamentos y la problemática de los más necesitados.
Sigo sorprendiéndome de la habilidad de un grupo de gente para disfrazar o matizar las verdades, de la indiferencia que muestran ante el dolor humano. Pero ellos no son los únicos culpables, sino también nosotros por ser complices en silencio, por dejar que las cosas sucedan de esa manera...
