Hace ya varios días que no escribía, muchas cosas han pasado desde entonces. No quise escribirlas en ese momento porque sabía que eran fugaces y no quise pensar en lo que vivía, solamente vivirlo.
El amor de mi vida vino y se fue de nuevo, parece que así le gusta vivir. Pasé la mejor noche de mi vida "en busca de la felicidad".
Yo sabía que ella fingía, o quizás quiso intentar enamorarse de nueva cuenta pero carga muchos fantasmas que no pude hacer que olvidara.
Ella sigue confundida, le cuesta entregarse, abrir su corazón, hablar con verdad, ser franca y sincera.
He pensado hacer muchas locuras, desde ir a buscarla hasta entregarme a los excesos en otros brazos. He pensado en darle celos, en provocarla para que me odie y me busque. Pero no, aquí, en la soledad de mi cuarto, en silencio he hablado con Dios y me ha cobijado, me ha dicho que perdone, que agradezca por lo vivido y que siga adelante.
Dios es bueno y un futuro brillante nos espera, la libertad está más allá de las barreras que nosotros mismos nos ponemos, el éxito es posible y la felicidad es una forma de vida.
Admito que me siento triste pero reconfortado, y, para salir de la soledad tengo amigos y el dulce olvido llega pronto y el recuerdo sublime queda tatuado en el corazón.
Miguel.
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